Hola, soy Verónica Garrido
arquitecta de marcas cautivadoras,
humanas, revolucionarias e imperecederas.

Soy la estilista de marca y directora creativa de este estudio.
Mi relación con el diseño, el arte y mi capacidad resolutiva para analizar y hacer tangibles las ideas etéreas, me ha llevado a adentrarme en el mundo del branding con sus extensas, maleables y resistentes ramas.
En emprendimiento y dirección de empresas se habla de mercado, de posicionamiento, de marketing, de imagen, de textos… Pero poco se habla de personas, de intenciones, de repercusión social, del poder que las marcas tienen en nuestras vidas.
Soy mujer, madre, hija, esposa, nieta e indudablemente una visionaria inconformista. Creo en el poder de las marcas y de las mujeres en la sociedad y el en mundo. Por eso mi trabajo es también mi gran pasión, desde este estudio asesoro a mujeres asombrosas que quieren elevar su marca mostrando la importancia de su trabajo.
Tengo el don de ver más allá de una sutil idea o un volátil proyecto. Mi visión se extiende mucho más para llegar a las personas y que estas queden prendadas de lo que tu marca representa llegando a crear un compromiso social con ella. Para así, construir tu legado y que este perdure en el tiempo.
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Algunas anécdotas curiosas sobre mí...
Nací y crecí entre el mar y la montaña de una pequeña ciudad de Valencia. Pasé la infancia rodeada de mis abuelos, tíos, primos, padres, hermano y muchísimos animales. Jugando en la calle y soñando mil aventuras. Soy una soñadora, inconformista y luchadora por cada uno de ellos y ellas.
He pasado cada verano de mi vida junto al mar. Levantándome a las 7 de la mañana cada día para salir a pasear por la orilla del mar junto a mi abuela y mi perrita “Neu”. Pasaba las mañanas jugando en la playa, nadando en la balsa que mi abuelo usaba para regar el campo o recorriendo las calles en bicicleta. Y las tardes construyendo cabañas o jugando al cinquillo con mi bisabuela (ella siempre ganaba o se dejaba ganar).
Durante el invierno disfrutaba viendo a mi abuelo dejar volar a sus palomos y construir hogares para ellos. Acompañando a mi abuela en los fogones y probando cada delicia que cocinaba. Pasaba mucho tiempo recortando, dibujando, escribiendo en papel o construyendo fuertes con madejas de lana.
Imaginación era mi segundo nombre.
He tenido la gran suerte de crecer en un hogar imperfectamente perfecto. De tener grandes ejemplos de superación y de disfrutar de sus lecciones de vida:
- He conocido a 3 de mis bisabuelos de los que aprendí a luchar por lo que amo.
- He crecido junto a mis 4 abuelos y de ellos saqué mi amor por la cocina, mi destreza en las artes manuales, mis ojos multicolor (cambian de color según se refleje la luz) y mi capacidad para encontrar lo mejor de las personas.
- He pasado la infancia rodeada de primos mayores (en su mayoría) y todos varones, así que, fui “un gran logro”.
- He tenido y tengo la gran suerte de tener a mi hermano a mi lado, de chincharnos, de compartir y de aprender con él.
- He vivido junto a una madre y un padre de los que he aprendido tanto que podría escribir hasta el amanecer. Así que, me centraré en 3 cosas únicamente. De él, el valor de la familia, el respeto a los demás y la búsqueda de la excelencia. De ella, a ser una mujer libre, el sentido de la justicia y a luchar por los que menos tienen.
- Viajar.
- Escribir.
- Cocinar.
- Mi trabajo.
- La fotografía.
- Ver el amanecer.
- Jugar con mi hijo.
- La papelería bonita.
- Los juegos de mesa.
- Aprender constantemente.
- Dibujar (sobretodo retratos).
- La naturaleza y los animales.
- Las películas de los viernes bajo la mantita.
- Ver llover con un buen libro entre las manos.
- Pasear por la orilla del mar y jugar con las olas.
- Ponerme de espaldas a un buen fuego de chimenea.
Soy y siempre he sido, una mujer amante de la familia y el valor que esta transmite. Siempre tuve clarísimo que un día sería madre. Lo que no sabía era que ser madre me traería tantas cosas buenas. Sobre las bases que otras y otros me transmitieron he ido creando mi propia familia y ampliando la que ya tenía. Son mi alegría cada mañana, mi apoyo en cada tropiezo, mi luz cuando todo parece volverse del revés y mi fuerza cuando me marco una gran meta.
Yo “escogí” que esta fuese mi familia y pienso que cada mujer es libre de elegir cómo es su familia y quienes la forman.
Manías todas tenemos mil, pero yo tengo alguna que otra curiosa:
- Todos los años tengo que comprarme una agenda.
- Cuando me cruzo a alguien tiendo a sonreír inconscientemente.
- Me encanta dormir con la persiana subida y despertarme con la luz del sol.
- No soy capaz de estar despierta más de 2 minutos en la cama.
- Me muerdo la lengua cuando me concentro en hacer algo que requiere precisión.
- Cuando hablo por teléfono me miro la muñeca como si llevase reloj.
- Muevo las piernas rapidísimo cuando estoy nerviosa o estresada.
Pues como creo que no podía ser de otro modo mi lugar favorito es un rinconcito de la ciudad donde nací situado en la orilla del mar.
Me encanta sentarme allí a escuchar las olas del mar romper en la arena. Y aunque sé que es posible que pienses que estoy loca, amo el invierno y disfruto mucho más del mar en esta estación. Sentarme frente al mar con un cuaderno de dibujo, un libro o sin nada más que yo misma. Eso sí, siempre descalza y enterrando los pies bajo la arena.
Ese es mi lugar.
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